jueves, 23 de septiembre de 2010
Trágico Esquilo, Trágico Eurípides
Vaya por dios, los dos grandes dramaturgos griegos, junto a Sófocles, que han pasado a la historia por sus grandes tragedias, tuvieron ellos mismos, sendas muertes trágicas. Al pobre Esquilo el oráculo de Delfos le había vaticinado que moriría aplastado por una casa, por lo que decidió irse a vivir al campo. Craso error. Un águila, con serios problemas visuales (para que luego se hable de la vista de las águilas), confundió su cabeza, la de Esquilo, con una roca, y dejó caer la tortuga que llevaba en el pico para romperle el caparazón. Lo que rompió fue la crisma de Esquilo, que pasó a mejor vida como consecuencia del tortugazo. Al pobre Eurípides no le fue mejor. En su caso, no fue una tortuga, sino unos perros, que lo devoraron, quienes acabaron con su vida. Perras vidas, trágicas muertes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario