
Fue Louis Bouilhet quien le proporcionó la idea a Flaubert. Un tal Eugène Delamare, un médico interno del hospital de Ruán, al morir su esposa, mayor que él, se casó con una jovencita, hija de un agricultor, que pronto se cansó de su anodino esposo y tuvo una serie de amantes, al tiempo que se endeudaba hasta las cejas. Cuando no pudo hacer frente a sus compromisos financieros, decidió envenenarse. También su viudo terminaría suicidándose. Vemos pues que Flabert siguió a pies juntillas la trama, creando una de esas novelas imperecederas que siguen siendo devoradas por los lectores siglo y medio después. La novela, en el momento de su aparición, provocó un escándalo descomunal, siendo juzgados, bajo la acusación de pornografía, el editor y el autor de la misma, si bien salieron absueltos en última instancia. Anécdotas al margen, sorprenderá saber que Flaubert, que tenía fama de puntilloso, invirtió cinco años y pico en la elaboración de sus 500 páginas, y días hubo en los que solo salvó un par de frases de la quema. Como se sabe, ha pasado a la historia por su afán de concisión y exactitud, y por su objetivo de permanecer neutral ante los personajes y su devenir, sin juzgarlos en absoluto.
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